Arroz blanco con calabacín

tiempo de cocinado 30' min
numero de comensales 4 personas
Calorías por 100g: 327 kcal

Elaboración

  • Comenzamos por reunir y preparar todos los ingredientes para esta exquisita y sana receta de arroz blanco con calabacín.

    Pelamos y picamos la cebolla y los dientes de ajo. Luego troceamos el calabacín, sin pelar, en dados pequeños. Ponemos todo en una cazuela, a fuego medio, hasta que la cebolla esté tierna y transparente, unos 5 minutos.

    Añadimos el arroz y rehogamos 1 minuto. Después, cubrimos con el caldo, que de preferencia deberá estar caliente.

    Salpimentamos y ponemos un poco de cilantro. Dejamos cocinar el arroz unos 18 minutos, a fuego medio. Podemos agregar más caldo si se necesita, pero el arroz debe de quedar suelto y meloso.

    Cuando el arroz esté tierno, rectificamos de sal y servimos nuestra receta de arroz blanco con calabacín. ¡Qué aproveche!

Vídeo receta

Arroz blanco con calabacín

Un consejo: a la hora de presentar el plato, conviene reservar algunas lascas de calabacín, que puedes dorar en una sartén aparte, y colocarlas encima a modo ornamental. Esto le dará a tu plato un punto crujiente. ¡Tus comensales notarán la diferencia! 

En una media hora más o menos, tendrás listo este plato, apto para todo tipo de dietas, desde la omnívora a la vegetariana o vegana, ya que se trata de una receta libre de elementos cárnicos y otros de procedencia animal. Si te apetece, puedes añadirle alguna variante, como un poco de queso o alguna otra verdura. En cuanto al maridaje, puede ir bien un poco de vino blanco fresquito, que hasta puedes utilizar a la hora de cocinar para darle un toque diferente y ácido a tu plato.

Hay días en los que nuestro cuerpo nos pide una comida ligera, pero eso no significa que tengamos que sacrificar el sabor para comer bien. En esta ocasión, te proponemos una receta con la que triunfarás cuando no tengas ganas de complicarte. María Cocina Perfecta nos enseña a preparar este delicioso arroz blanco con calabacín, una nueva oportunidad de seguir disfrutando de tu hobby favorito. ¿Seguimos cocinando con Sabroz?

Una receta con la que amenizar una comida ligera

Hacer un buen arroz siempre es una gran idea, por lo que no dudes en seguir experimentando en la cocina para hacer tu recetario de platos favoritos. Hay salteados, guisos, postres y paellas. ¡El arroz solo nos da grandes posibilidades en la cocina! Por ello, te animamos a que sigas encontrando recetas brillantes con las que seguir disfrutando de la cocina.

El arroz blanco con calabacín es uno de los arroces más sencillos y más ricos que se pueden comer. Lo ideal es hacerlo con un buen arroz, por lo que, para hacer esta receta, nada mejor que usar Sabroz, y así nos aseguramos de que conseguiremos un arroz meloso, tierno pero con el grano suelto y nada apelmazado. Una receta que podemos usar como primer plato pero también lo podemos usar como guarnición para platos de carnes o pescados.

Eso sí, ¿por qué no acabar un almuerzo ligero con un toque dulce? Hoy también te traemos una receta que va a sorprenderte, una deliciosa tarta de arroz con almendras.

  • Cómo hacer un delicioso arroz con calabacín

Esta receta de arroz blanco con calabacín es totalmente recomendable por su sencillez, por su sabor y por su textura. Anímate y verás cómo no dejarán de pedírtela en casa. La cebolla, el ajo y sobre todo el cilantro son lo que potencia el sabor de este arroz, ingredientes que conseguirás casar a la perfección con la suavidad del calabacín. El contraste es perfecto.

Además, podemos hacer el arroz blanco con calabacín, tanto con calabacines blancos como con calabacines verdes, lo que no podemos dejar de usar es un arroz de buena calidad y, para ello, os recomiendo Sabroz. ¿Quieres darle un toque exótico? Prueba a añadirle un poco de jengibre en polvo para darle mayor potencia y sabor cítrico. A pesar de su sencillez, siempre podemos seguir dándole nuevos giros a nuestras recetas. ¿Te animas?

  • Un truco Brillante: ¡el calabacín!

El calabacín es una verdura que no tiene un sabor intenso pero lo que sí tiene es una textura deliciosa. Es una verdura muy valorada en la dieta mediterránea, con un alto contenido de agua, lo que la hace muy saludable y ligera.

Pese a que es un elemento muy común en las cocinas mediterráneas, el calabacín no es autóctono de aquí. Como muchas de las verduras que hoy utilizamos a diario, su origen se remonta a la era prehispánica en Mesoamérica. En el caso del calabacín, fueron los nativos mexicanos y de zonas aledañas los encargados de domesticar esta planta e introducirla en sus recetas. Sería más tarde, en el siglo XVI, con la llegada de los conquistadores, que esta verdura llegaría a Europa a través de los viajes entre una punta y otra del Atlántico.

Sin embargo, aquel calabacín que comían hace más de 7.000 años en América era más bien parecido a una calabaza. La verdura que conocemos hoy en día casi con total probabilidad resultó de una variante de la calabaza de verano, surgida hace relativamente poco, en el siglo XIX. También existen evidencias de que en el antiguo Egipto y en las antiguas Grecia y Roma se cocinaba con un alimento muy parecido.

Hay diversas variedades, que podemos incluir en nuestro menú de diferentes formas. Por ejemplo, los calabacines rellenos pueden hacerse con arroz, ejecutando la receta parecido a los tomates rellenos, o podemos hacer unas barquitas de calabacines rellenos de arroz mezclando el relleno con atún o carne picada con tomate. ¿A qué esperas para seguir innovando en la cocina?

El calabacín es muy versátil a la hora de emplearlo en las más diversas recetas, pero es que además cuenta con numerosas propiedades. Una de ellas, quizás la más llamativa, es que se trata de un alimento con muy bajo aporte calórico, puesto que prácticamente el 95% de su contenido es agua. 

No es un elemento que se caracterice especialmente por tener alto contenido en fibra o en hidratos de carbono, pero sí que podemos sacar del calabacín vitaminas como la A, la C y la B9. Además también es rico en un conjunto de minerales que se hacen imprescindibles para el cuerpo humano, como son el fósforo, el calcio, el magnesio y el potasio. Aunque en menor cantidad también puede proveernos de hierro, selenio o cobre, entre otros minerales.