Con las nécoras listas, ya estás un paso más cerca de un delicioso arroz con nécoras que hará historia en tu cocina. Lo primero que haremos es asegurarnos de que las nécoras están bien limpias. Deshecha cualquier suciedad o impureza mientras piensas en ese aroma a mar que tanto nos gusta.
Una vez limpias, coloca las nécoras en una tabla robusta y, con decisión, divídelas en mitades con un corte firme. Este paso puede parecer intimidante, pero, ¿quién no se ha enfrentado a un desafío en la cocina?. Recuerda que este sí es un paso importante para liberar todo el sabor del mar en tu arroz.
Para arrancar con nuestro arroz con nécoras, toca darle una vuelta a las nécoras en una sartén bien caliente con un poco de aceite de oliva. ¿Sabes ese momento mágico cuando el marisco cambia de color? Ahí, justo cuando se ruboriza, es donde el espectáculo empieza.
Una vez que le hayas dado ese toquecito dorado a las nécoras, resérvalas. Así se sienten especiales mientras preparamos lo demás. Este paso asegura que mantengan su textura y sean las estrellas del arroz con nécoras. ¿A quién no le gusta un plato que conserve todo su sabor a marisco?

Comencemos con el sofrito, que es el alma de este delicioso arroz con nécoras. Calienta un buen chorro de aceite de oliva en la sartén, y cuando el ajo empiece a bailar, añade la ñora y el pimiento rojo picado. La clave está en dejar que todo suelte su magia lentamente.
Una vez el sofrito cambie de color, como cuando el sol tiñe el horizonte al atardecer, incorpora los tomates rallados y remueve con paciencia. Deja que todo se mezcle y se impregne de ese aroma que trae a la mente las cocinas gallegas un domingo cualquiera. No te apresures, porque aquí es donde se cocina la tradición.
Imagina el aroma cálido que te envuelve cuando empiezas a sofreír los ajos y el pimiento rojo bien picaditos. Hazlo a fuego medio, con cariño, hasta que casi puedas oír el pimiento susurrando «ya estoy listo». El truco está en esperar a que los ajos bailen felices en la cazuela.
Cuando ese momento llegue, es hora de añadir el tomate rallado y la ñora. Deja que la magia ocurra mientras el aceite comienza a separarse de los ingredientes. Añade las judías verdes para un toque fresco y crujiente. Este sofrito hará que tu arroz con nécoras sea un deleite de colores y sabores.

Ya has llegado al momento clave: es hora de darse protagonismo al arroz Sabroz. Distribúyelo en la sartén y mézclalo suavemente con ese sofrito lleno de color. ¿Ves cómo el arroz empieza a absorber los sabores? Es como un domingo de playa en la cocina.
Lentamente, añade el caldo de pescado caliente mientras remueves con cariño. Aquí el truco está en escuchar: cuando el arroz te susurre, ¡no lo ignores! Deja que todo se cocine a fuego medio, arropado en esos ricos aromas, recordando que un arroz con nécoras necesita paciencia para ser sublime.
Con el sofrito listo, toca el turno del arroz. Espárcelo con mimo, que quede bien repartido para empaparse de la esencia del sofrito. Dale unas vueltas, como quien abraza a un viejo amigo entre olores y sabores. Así empieza a dorarse un poco y queda suelto, ¡como debe ser!
Después, toca la magia: vierte el caldo de pescado caliente sobre el arroz y asegura una cocción armoniosa. Ajusta el fuego a tu gusto, y sazona con sal y pimienta negra. Aquí es donde el arroz con nécoras empieza a contar su historia en la cocina.

Para añadir el broche de oro a nuestro arroz con nécoras, asegúrate de que todo el caldo se haya absorbido y el arroz esté en su punto. Si al probarlo notas que el arroz aún está durito, simplemente dale un par de minutos más, cubierto, para que termine de cocinarse.
Una vez esté listo, deja que el arroz repose unos 5 minutos. Es como darle tiempo para que los sabores se asienten bien, como en una buena charla entre amigos. Sirve directamente en la mesa, asegurándote de que cada plato tenga una nécora protagonista. ¡Que empiece la fiesta de mariscos!
Justo cuando el arroz empieza a llegar a su punto perfecto, es el momento de regresar las nécoras al barco del guiso. Este paso es crucial; hazlo con cariño cuando falten escasos minutos para terminar. Así, las nécoras no se pasarán de cocción y mantendrán su delicioso jugo.
Una vez que el arroz con nécoras esté en su punto, despégalo del calor y dale un breve descanso, como una siesta después de un buen festín. En este respiro, añade un toque de perejil fresco picado. Es ese guiño fresco y verde que transforma cualquier plato en una pequeña obra de arte.
